Últimamente se habla mucho de “La Gran Renuncia”, esta gran ola de desincorporaciones de los colaboradores de empresas en donde los veían como estables y seguros, pero que de pronto, resultó que no era así, que en cuanto tuvieron la oportunidad, optaron por cambiar de empresa y/o hasta de funciones para probar algo nuevo que fuera más ad hoc con ellos, o que simplemente, les permitiera tener un mayor ingreso que, en esta época de inflaciones, recesiones y demás baches económicos, se agradece.
Mi equipo no fue la excepción. Hace dos meses y tan solo una semana después de haber presentado una oportunidad de crecimiento, quien fuera mi mano derecha durante más de dos años, me dio su aviso de renuncia con dos semanas de anticipación.
Ese mismo día comencé a realizar entrevistas y encontrar un perfil adecuado para el área, pero no para que lograra cubrir con las funciones, podrán preguntarse ¿por qué? La respuesta es simple. A ella le había tomado un poco más de dos años de preparación en conocimiento tanto del área como de la agencia a fin de llegar a donde estaba y difícilmente alguien de fuera tendría las credenciales para tomar ese puesto.
Durante el proceso de búsqueda de la persona que tomaría la vacante, me di a la tarea de reestructurar las funciones de quienes integramos el área para lograr el cumplimiento de los objetivos, y más importante aún, reforcé una filosofía propia: la capacitación y crecimiento de mi equipo es lo más importante, hay que ayudar a crecer a nuestra gente, sin miedo a que algún día vayan a dejarnos.
En su proceso de desincorporación, se aplicó una encuesta de salida que nos ayuda a saber en qué podemos mejorar como empresa o si hay alguna situación interna que debamos atender. En el caso de esta “evolver” (así nos llamamos en Birth), la sorpresa fue grata, los comentarios positivos y las recomendaciones de mejora, precisas.
Su partida, sus últimos días y su despedida, fueron días de mucha alegría para el equipo; una alegría extraña, ya que sabíamos que nos haría falta, pero más que un trago amargo, fue dulce y grato. Saber que partía para crecer y seguir evolucionando en otro lugar, me hizo recordar mi primer día de trabajo en Birth, esos primeros minutos cuando entras a una nueva oficina, con gente que no conoces y que sabes que te supone un reto, pero estás alegre de comenzar.
Las palabras que nos dejó no solo a mí, sino a la empresa en dicha encuesta, me hizo entender que no solo la primera impresión cuenta, sino que también tu forma de decir adiós. Esa última impresión puede incluso valer más que la primera.
El día que quieras dejar un trabajo, por la razón que sea, haz las cosas bien, dale una oportunidad a la empresa, habla con tu jefe o con quien tengas que hacerlo, pide ese aumento o crecimiento, intenta arreglar las cosas, agota tus recursos, aunque claro, nunca antepongas tu dignidad, pero busca que el día que salgas, puedas estar tranquilo de que no quedó en ti.
Sin duda alguna, si alguien vuelve a pedirme referencias de ella, las daré con una sonrisa, recordando la calidad de persona que es, no solo profesional sino también personalmente, porque, aunque dejó al equipo, lo hizo para crecer y por eso, no dejó un vacío, al contrario, una oportunidad para que alguien más lo haga y la manera en que lo hizo habla más de ella que cualquier cosa que pueda decir.
Gracias por todo Michelle Ripol.
Escrito por Luis Luna-
New Business Manager en Birth Group
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